ELVIRA LINDO 14/09/2011
Raro este país nuestro en el que nadie dice lo que gana o lo que tiene. Es sin duda una manera de protegerse de la envidia; una táctica para librarse de los pedigüeños; en el mejor de los casos, el deseo de no herir al que no lo tiene. Un decoro inculcado en nuestro catálogo moral por la tradición católica. En ese respeto a las tradiciones, nuestras derechas y nuestras izquierdas se parecen mucho más de lo que ellas estarían dispuestas a aceptar. El votante de derechas cree que si un personaje público de izquierdas tiene un patrimonio no está legitimado para defender la justicia social; el de izquierdas está dispuesto a desconfiar, por principio, de aquel que se enriquece pero también genera riqueza, es decir, del empresario. El dinero hay que llevarlo en secreto. Es un pecado.
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Del patrimonio de un político me interesa solo la diferencia entre lo que tenía cuando comenzó a representarnos y el presente; me interesa lo que gana en relación a su responsabilidad; la pensión que cobra en su retiro y los privilegios que supuestamente debe seguir disfrutando de por vida. El resto, la casa que heredó de sus padres o la que se compró con su sueldo, no me aporta nada, no es de mi incumbencia. Sigue >
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Del patrimonio de un político me interesa solo la diferencia entre lo que tenía cuando comenzó a representarnos y el presente; me interesa lo que gana en relación a su responsabilidad; la pensión que cobra en su retiro y los privilegios que supuestamente debe seguir disfrutando de por vida. El resto, la casa que heredó de sus padres o la que se compró con su sueldo, no me aporta nada, no es de mi incumbencia. Sigue >
Hola Juan B:
ResponderEliminarYo creo que todo lo que sea transparencia siempre es bueno.Los políticos son nuestro representantes y no cabe duda que el pueblo tiene derecho a saber sus ingresos.El problema es que se hace en momentos en que muchos ni ingresos,ni nada parecido y en el mejor de los casos,muchos con ingresos inferiores a 1000 euros.De lógica pensar que la indignación está servida.
Estoy de acuerdo que aquí el pecado de la envidia es el preferido y se desconfía del que se enriquece y del de izquierdas que tiene un patrimonio,pero es que tanto unos como otros el pueblo sabe que cuando llegan arriba ,se olvidan de los de abajo.Esto también es tan intrínseco en esta cultura ibérica como la envidia que por cierto no es exclusiva de este país.
Si al menos los políticos,empresarios hubiesen hecho bien los deberes,seguro que la indignación no cabría tanto,pero ganar lo que ganan y ver que esto no tira para adelante,es claramente un robo.¿Qué siempre hay envidiosos? sí,claro,pero la realidad nos está diciendo que a algunos les sobra mucho dinero y patrimonio,mientras otros no tienen para nada.Y mientras los primeros no hacen bien su trabajo,los otros están hartos de trabajar por dos euros o de buscar trabajo y no encontrar y encima hay que pagar hipotecas y todos los gastos que no son pocos,como las subidas de impuestos con los IBIS y demás.Y algunos políticos tienen hasta 4 hipotecas....eso es trampa!!
Un abrazo Juan B!
Estimada Brisa:
ResponderEliminarTienes toda la razón, el problema que mencionas es difícil de erradicar por causa de carencias sólidas de principios y valores que o se aprenden de joven o después es complicado resistirse con la cultura dominante consumista que tenemos. Posiblemente habrá que desandar y empezar aplicar de menor a mayor en todo el Mundo, la DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL CIUDADANO (1789). La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de 1789, inspirada en la declaración de independencia estadounidense de 1776 y en el espíritu filosófico del siglo XVIII, marca el fin del Antiguo Régimen y el principio de una nueva era. Historia: La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano es, junto con los decretos del 4 y el 11 de agosto de 1789 sobre la supresión de los derechos feudales, uno de los textos fundamentales votados por la Asamblea nacional constituyente formada tras la reunión de los Estados Generales durante la Revolución Francesa. En la declaración se definen los derechos "naturales e imprescriptibles" como la libertad, la propiedad, la seguridad, la resistencia a la opresión. Asimismo, reconoce la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y la justicia. Por último, afirma el principio de la separación de poderes. La tradición revolucionaria francesa está también presente en la Convención Europea de Derechos Humanos firmada en Roma el 4 de noviembre de 1950.
Si recuperamos la inmensa mayoría de ciudadanos, la libre elección de nuestro destino y libertad, consciente y responsablemente, colaborando solidariamente, podremos resolver muchos de los problemas de nuestra existencia individual y colectiva, que por cierto es muy breve.
Un gran saludo,
Juan Bernardo montejb